Actualización del déficit energético de España a Octubre de 2022

En septiembre de 2013 realicé un análisis de la factura energética de España. En septiembre de 2021 actualicé los datos hasta 2020 en esta entrada. Más abajo se encuentra el análisis para el año completo de 2021. Hoy, a 16 de diciembre de 2022, presento un avance de 2022 con datos hasta el mes de octubre.

Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio (datos y fuentes se pueden consultar y descargar en el enlace de la figura) el déficit comercial se situó a finales de octubre en 60.289 millones de euros, de los que el déficit energético (importaciones netas de combustibles fósiles, básicamente) representó el 78%, o sea 47.109 millones de euros. Este es el valor más alto en toda la serie histórica que empieza en 1995 y de seguir así situaría el déficit de todo el año en el entorno de los 56.000 millones de euros, cerca de un 5% de renta nacional que estaría saliendo del país para pagar la factura energética. Las perspectivas para el año 2023 son incluso peores, así que el país necesita urgentemente reducir su consumo de combustibles fósiles, lo cual va a tener impacto en los niveles de actividad económica. Hay que planificar la reducción en la disponibilidad de combustibles, incluyendo racionamientos y prohibiciones de algunos usos. Y por supuesto hay que informar a la población.

El análisis con datos completos anuales para 2021 se encuentra aquí abajo.

España continúa manteniendo una gran dependencia de los combustibles fósiles, que son importados y procesados en el país. Tras la reducción del déficit energético de 2019 (por la caída del valor de las importaciones) y de 2020 (motivado por la bajada en el consumo y en las importaciones por la brusca caída de la actividad económica derivada de la pandemia de la COVID-19), el déficit energético ha vuelto a subir en 2021, como se observa en la Figura 1.

Figura 1. Déficit energético de España (1995 – 2021)

Déficit energético en España, 1995-2021

Fuente: Los datos, fuentes y figuras se pueden descargar aquí.

Como podemos ver en la Figura 1, tras el déficit máximo de 45.043 millones de euros en 2012, éste fue mejorando hasta 2016, año en el que alcanzó los 20.136 millones de euros, para empeorar de nuevo en 2017 y 2018, cuando el déficit energético (línea azul, eje izquierdo) se situó en 28.906 millones de euros. En 2019 el déficit baja a los 26.432 millones de euros y, finalmente, en 2020 baja hasta los 16.162 millones de euros por la brusca caída de las importaciones debido a la bajada en la actividad económica. Esto cambia en 2021 cuando el déficit se sitúa en 27.013 millones de euros (un 2,25% del PIB), debido tanto al mayor volumen de energía consumido por la recuperación de la actividad económica, como a la evolución al alza de los precios de importación.

En términos relativos, se puede destacar que el déficit energético en relación al PIB (línea negra, eje derecho) siempre fue una fracción del déficit comercial como porcentaje del PIB (línea roja, eje derecho), hasta el año 2011 en que la totalidad del déficit comercial se debió al déficit energético. En el período 2017-2019, el déficit energético explica más del 90% del déficit comercial, mientras que desde 2020 el déficit energético vuelve a ser superior al déficit comercial, representando en 2021 un 103% del déficit comercial. Esto quiere decir que las ganancias de productividad y de cuota de mercado mundial de España se ven lastradas por el déficit energético, que implica una salida de divisas continua del país. Dicho de otra manera, sin déficit energético, España tendría superávit comercial.

La relación estrecha entre crecimiento del PIB y consumo de energía, junto a la evolución al alza del precio de los combustibles fósiles, explican que, según los datos de comercio exterior del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, el déficit energético se haya situado ya en 47.109 millones de euros en octubre de 2022. La guerra en Ucrania y la creciente escasez de combustibles a nivel mundial hacen presagiar que este año el déficit será mucho más alto todavía, drenando una parte muy importante de la renta nacional.

Factura energética de España (1995 – 2020)

En septiembre de 2013 realicé un análisis de la factura energética de España, del que este artículo pretende ser una actualización. España mantiene una gran dependencia de los combustibles fósiles, que son importados y procesados en el país. A pesar de la reducción en el consumo experimentada desde el año 2007, el déficit energético alcanzó su máximo en 2012, con un valor de 45.043 millones de euros. A pesar de la mejora desde entonces, en 2017 vuelve a repuntar, ligado a la evolución económica del país, pues el crecimiento económico va íntimamente ligado al consumo de energía, de la que los combustibles fósiles son la mayoría. En 2019, antes de la actual pandemia Covid19, empieza a bajar el déficit de nuevo, motivado por una caída en las importaciones, que se acentúa en 2020 por la brusca caída de la actividad.

Figura 1. Factura energética de España (1995 – 2020)

Factura energética en España, 1995-2020

Fuente: Los datos, fuentes y figuras se pueden descargar aquí.

Como podemos ver en la Figura 1, de 2012 a 2016 el déficit mejoró, alcanzando los 20.136 millones de euros en 2016, para empeorar de nuevo en 2017 y 2018, año en el que el déficit energético (línea azul, eje izquierdo) se situó en 28.906 millones de euros. En 2019 el déficit baja a los 26.432 millones de euros y, finalmente, en 2020 baja hasta los 16.162 millones de euros por la brusca caída de las importaciones debido a la bajada en la actividad económica. En términos relativos, se puede destacar que el déficit energético en relación al PIB (línea negra, eje derecho) siempre fue una fracción del déficit comercial como porcentaje del PIB (línea roja, eje derecho), hasta el año 2011 en que la totalidad del déficit comercial se debió al déficit energético.En el período 2017-2019, el déficit energético explica más del 90% del déficit comercial, mientras que en 2020, a pesar de la caída de la actividad económica y de las importaciones de combustibles, el déficit energético vuelve a ser superior al déficit comercial, tendencia que probablemente continuará en 2021, por el encarecimiento de todos los combustibles fósiles que se está experimentando. Esto quiere decir que las ganancias de productividad en España y de cuota de mercado mundial, se ven lastradas por el déficit energético, que implica una salida de divisas continua del país. Dicho de otra manera, sin déficit energético, España tendría superávit comercial.

Figura 2. Consumo total de petróleo y per capita en España (1995 – 2020)

Consumo de petróleo total (Mtoe) y per capita (bbl_pc), España, 1995-2020

Fuente: ver Figura 1

El déficit energético implica que el país se está empobreciendo y está transfiriendo renta a los países exportadores de los que dependemos. Quizás de esta manera podamos entender mejor la presencia cada vez mayor de empresas rusas y del Golfo Pérsico en nuestro país.

Si miramos la Figura 2 podemos observar que el consumo de petróleo, que alcanzó su nivel máximo en 2007, empezó a bajar en términos absolutos y motivado por la crisis económica hasta el año 2014, en el que tuvo un valor casi idéntico al del año 1995. Desde entonces, y hasta 2019, ha aumentado ligeramente, pero manteniéndose por debajo de los valores de 1998. El año 2020, por la crisis económica inducida por la pandemia de Covid19, el consumo bajó a niveles inferiores a los observados en 1993, no graficados aquí, pero disponibles en las fuentes originales de datos.

En términos de consumo de petróleo por habitante, destaca que el máximo se produjo en 2004, con 12,33 barriles por persona. Este valor se redujo hasta el año 2014, con 8,5 barriles por persona. Desde 2015 y hasta 2019 ha vuelto a subir ligeramente, situándose en 9,17 barriles por persona en 2019, para caer nuevamente en 2020 hasta los 7,47 barriles por persona, por debajo del consumo por habitante de 1995, el inicio de la serie.

La estrecha relación entre crecimiento económico y consumo de energía implica que un mayor nivel de actividad económica implicará irremediablemente un mayor consumo de energía, que a precios mayores de los combustibles fósiles, no hará otra cosa que aumentar nuestro ya elevado déficit energético. Esto quiere decir que el país tendrá cada año menos renta disponible para el resto de usos: consumo e inversión privados y gasto público, y que estaremos transfiriendo cada año más renta a los países exportadores de combustibles fósiles. En resumen, creceremos para pagar cada vez más por la energía necesaria para ese crecimiento, y no nos beneficiaremos de ese crecimiento en términos de más puestos de trabajo o de mejores niveles de vida material.

Ante esta situación solo cabe la adaptación. Dado que la energía será más cara, si no queremos ser más pobres todavía tendremos que reducir su consumo, de ahí que sea vital la electrificación (renovable) de la economía y las medidas de ahorro y eficiencia energética. Ahora bién, esta reducción tampoco es gratis e implicará que algunos bienes y servicios que hasta hace poco eran considerados como accesibles pueden dejar de serlo, como los viajes y muchas otras actividades de ocio. Hay que afrontar de manera decidida el cambio necesario y planificar nuestra transición a un modelo que estará caracterizado por una menor disponibilidad de energía y a un coste mayor.

El metabolismo energético de las Islas Baleares (1986-2012)

Del turismo de masas a la crisis financiero-inmobiliaria. En un Working Paper reciente de CEPROEC, que lleva más de 160 descargas, Javier Ginard-Bosch, investigador del ICTA de la UAB, Iván Murray, de la UIB y yo mismo, analizamos el metabolismo energético de las islas Baleares. La elección del caso de estudio no es casual y pretende examinar con más detalle una economía muy particular, no solo por ser insular, sino por depender en un alto grado de una actividad concreta, el sector turístico.

El documento muestra como tras la entrada de España en la entonces llamada Comunidad Europea, se abrieron e intensificaron los flujos turísticos de Baleares que cambiarían su fisonomía para siempre. El PIB Balear creció, entre 1986 y 2012, a una tasa del 3,6%, lo que no solo atrajo mucha mano de obra, sino que implicó un mayor consumo energético, que creció a un 2,9% anual. En consonancia con otros estudios, se muestra la relación entre el PIB y el consumo total de energía (o total energy throughput en inglés).

PIB_TET

El estudio también muestra como en el caso Balear también se da una relación entre el consumo de energía primaria por hora de trabajo medida en MJ/h (EMR, exosomatic metabolic rate en la jerga de MuSIASEM) y la productividad del trabajo (ELP), medida en euros por hora. Este resultado, ya comprobado para muchos otros países, es importante para el debate sobre el decrecimiento, pues de sostenerse, implicaría que para poder mantener los niveles de consumo material trabajando menos horas, habría que aumentar la productividad del trabajo, lo cual conllevaría un aumento del consumo de energía por hora de trabajo y probablemente del total de energía de la sociedad.

EmrElp

La alta concentración de la mano de obra en el sector del turismo, de baja intensidad energética pero también de baja productividad del trabajo, hizo que el valor de esa variable tendiese a igualarse entre sectores, demostrando el agotamiento del modelo turístico de masas y residencial, que solo ha llevado a una precarización de la mano de obra.

ELPs

Tras demostrar que el aumento en el consumo de energía de las Baleares se ha debido en su mayoría a la expansión del transporte (por el modelo de turismo y modelo de desarrollo implementado), así como debido al aumento del nivel material de vida del sector residencial, el trabajo explica por qué no ha habido un proceso de capitalización de la economía, lo que se ha materializado en una progresiva precarización de las condiciones de trabajo del sector turismo.

El documento de trabajo se puede descargar aquí. Una versión ampliada y mejorada ha sido enviada a la revista Ecological Economics.

En la página web de nuestro centro encontrarás toda la información tanto de nuestro equipo como de nuestro trabajo.

Factura energética en España

Leyendo un post reciente sobre Siria del magnífico blog de Gail Tverberg, he recordado discusiones que tuve con una colega sobre las repercusiones para los países exportadores de petróleo del hecho de convertirse en importadores. El contexto era la liberalización del sector energético (generación eléctrica y gas) en Argentina, su reciente cambio a ser importador neto de gas, su futuro cambio a importador de petróleo (en 2014 muy probablemente) y la expropiación de YPF por parte del Estado de Argentina. Coincidiamos en que la mayor dependencia del exterior estaba detrás de la expropiación, así como la necesidad de reducir el coste del aprovisionamiento energético.

Tverberg da un giro al argumento y defiende que Siria, y antes Egipto, han sufrido crisis sociales agudas y violentas en el momento en que se han convertido en importadores netos de energía, cuando el régimen ya no podía subsidiar el acceso a los servicios básicos y a algunos bienes de primera necesidad con los ingresos de los combustibles fósiles. La carga creciente de la factura energética ha detraido recursos que ahora tienen que dedicarse a las importaciones de energía y han hecho a esos países no solo más pobres, sino más dependientes del exterior.

Posteriormente he leído este post del también magnífico blog de Antonio Turiel en el que, con la ayuda de la página web Flujos de Energía, nos muestra una selección de países que podrían estar próximos a ser importadores netos de combustibles fósiles. Como bién dice Turiel, no se debe deducir a la ligera que inmediatamente después de convertirse en importador neto un país sufrirá una crisis social violenta como en el caso de Siria, pero sí podemos avanzar que sus problemas económicos se agravarán. El post termina con una figura que muestra la enorme dependencia energética de España y que reproduzco a continuación (Figura 1). Nos hace la advertencia de la gravedad de la situación en nuestro país y de que el consumo de petróleo ya está bajando.

Figura 1. Dependencia exterior en el consumo de petróleo en España

Spain_OilImports

Fuente: http://mazamascience.com/OilExport/

En un post anterior ya analicé la dependencia energética española. Allí ya puse de manifiesto el problema creciente de la factura energética del país, es decir, el coste de las importaciones netas de combustibles. Allí mencionaba un trabajo de Charlie Hall que establecía en poco más del 5% del PIB el límite para que la factura energética tuviese enormes implicaciones económicas para la economía de los Estados Unidos.

Figura 2. Factura energética en España (1995-2012)

SaldoEnergetico

Fuente: Puedes bajar el archivo excel con los datos, las fuentes y la figura aquí.

Desgraciadamente, la situación en España está solo empeorando. Como podemos observar en la Figura 2 el déficit energético alcanzó en 2012 su nivel máximo, por encima de los 45.000 millones de euros (linea azul y eje izquierdo). En términos relativos también se alcanzó un máximo histórico, pasando a representar un 4,42% del PIB (linea negra, eje derecho). Esto quiere decir que la economía española gastó un 4,42% de su producción anual en garantizar el suministro de energía necesario para su funcionamiento, a pesar de que está reduciendo su nivel de consumo de una manera muy importante desde su máximo en 2007 (Figura 3). De hecho, por primera vez en la historia el déficit energético fue superior al déficit comercial, lo que quiere decir que hubo superavit no energético. 

Figura 3. Consumo de petróleo en España en MT, 1995-2012

ConsumoPetróleo

Fuente: Ver Figura 2.

La situación es más grave si no nos quedamos solo con el último dato, pero vemos la tendencia. Claramente tanto el déficit energético como su peso relativo en el PIB van en aumento, anticipando que el país se está empobreciendo y está transfiriendo cantidades cada vez mayores de renta a los países exportadores de los que dependemos. Quizás de esta manera podamos entender mejor la cada vez mayor presencia de empresas rusas y del Golfo Pérsico en nuestro país.

Si, como vimos aquí, existe una estrecha relación entre crecimiento económico y consumo de energía, un mayor nivel de actividad económica implicará irremediablemente un mayor consumo de energía, que a precios mayores de los combustibles fósiles, no hará otra cosa que aumentar nuestro ya elevado déficit energético. Esto quiere decir que el país tendrá cada año menos renta disponible para el resto de usos: consumo e inversión privados y gasto público, y que estaremos transfiriendo cada año másrenta a los países exportadores de combustibles fósiles. En resumen, creceremos para pagar cada vez más por la energía necesaria para ese crecimiento, y no nos beneficiaremos de ese crecimiento en términos de más puestos de trabajo o de mejores niveles de vida material.

Ante esta situación solo cabe la adaptación. Dado que la energía será más cara, si no queremos ser más pobres todavía tendremos que reducir su consumo. Ahora bién, esta reducción tampoco es gratis e implicará que algunos bienes y servicios que hasta hace poco eran considerados como accesibles pueden dejar de serlo, como los viajes y muchas otras actividades de ocio. La sociedad está cambiando y negarlo, o esconder la cabeza como las avestruces, no tiene sentido. Hay que afrontar de manera decidida el cambio necesario y planificar nuestra transición a un modelo que estará caracterizado por una menor disponibilidad de energía y a un coste mayor.

Más información sobre metabolismo de las sociedades en la web de nuestro grupo de investigación, Societal Metabolism.

Agua Caliente Sanitaria (ACS) solar en casa

Desde que cursé los estudios de instalador de energía solar de CENSOLAR he tenido la deuda pendiente de empezar a practicar con el ejemplo. Este verano de 2013 finalmente hemos decidido instalar en casa un colector solar para el agua caliente y quiero explicar brevemente algunas ideas al respecto.

La contradicción principal viene de utilizar un vector energético como la electricidad para calentar el agua. Algo que, como le digo muchas veces a mis estudiantes, debería estar prohibido en la mayoría de los casos, con la excepción de residencias estudiantiles y de ancianos, y por motivos de seguridad. Debemos pensar que para producir electricidad antes hemos tenido que transformar una fuente de energía primaria como el carbón o el gas natural en electricidad (con rendimientos del 30 al 60%) y después tenemos que hacer otra conversión energética, de electricidad a calor. Suele ser mucho más eficiente hacer solo una conversión, por ejemplo del gas natural o del butano, al calor. Pero los bajos precios de la electricidad en el pasado hicieron que se popularizasen los termos eléctricos. Por suerte, con la aprobación del nuevo Código Técnico de la Edificación en marzo de 2007 todas las nuevas construcciones están oblidagas a instalar sistemas de aprovechamiento de energía solar térmica, siempre que las condiciones técnicas lo permitan.

termo SDN100v

Nuestra vivienda cuenta con un termo eléctrico vitrificado Saunier Duval SDN 100v, de 100 litros de capacidad y de 1.200 W de potencia. El termo tarda unas 2 horas en calentar el agua acumulada por lo que, para poder tener un flujo continuo de agua caliente disponible, necesario para la ducha de la mañana y para el baño de las niñas de la tarde, estaba funcionando entre 4 y 6 horas al día, dependiendo de la estación. Esto implica un consumo anual de unos 2.600 kWh, que es más de un 60% de nuestro consumo total. Según la Oficina Catalana de Cambio Climático, el factor de emisiones del mix eléctrico pensinsular es de 300 gramos de CO2 por kWh, por lo que nuestro consumo de electricidad para el calentamiento del agua implicaba unas emisiones de 780 kg de CO2.

En cuanto al coste económico, solo tendremos en cuenta el término de energía. La factura eléctrica doméstica tiene dos componentes principales: el término de potencia, que es una cantidad fija que pagamos por kW de potencia contratada, y el término de energía, que es el precio del kWh consumido. A esto se le añade el impuesto sobre la electricidad y el alquiler del contador en muchos casos, más el 21% de IVA. En nuestro caso, y con la tarifa que tenemos contratada hasta que nos podamos cambiar a SomEnergia, el coste medio del kWh (incluyendo todos los conceptos, también los impuestos) es de 23,20 céntimos de euro por kWh. Sin embargo, con los colectores solares NO ahorramos el término de potencia, es decir mantenemos la misma potencia contratada, por lo que debería usar solo el término de energía, que en nuestro caso, con los impuestos incluidos nos da 17,18 céntimos de euro por kWh. Éste es el coste que deberemos usar para el cálculo económico de la instalación.

Tras conversar con los técnicos de Electrosol a cargo de la instalación, me indican que el factor de sustitución estará entre el 75% y el 80%, pues tenemos radiación directa durante muchas horas al día. Si tomamos el 75%, esto quiere decir que dejaremos de consumir unos 1.970 kWh al año, el equivalente de unos 590 kg de CO2. Además, nos ahorraremos, en su primer año, unos 340 euros.

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Instalamos un equipo compacto termosifón Sime Natural 200S, con acumulador de 200 litros. Su funcionamiento es muy sencillo. Se hace circular un líquido (glicol) transportador de calor por el interior del colector plano que transfiere la energía al agua del acumulador por medio de un serpentín. El agua caliente se vierte a la red del hogar. En nuestro caso, el agua caliente del acumulador pasa al actual termo eléctrico, que tenemos desconectado de la corriente, para obtener un mayor nivel de almacenamiento. Además, en los meses de menor cobertura (diciembre, enero y febrero) será necesario conectar este termo como sistema de apoyo. De ahí que la tasa de cobertura sea solo del 75%.

La instalación (equipo, mano de obra e IVA) tiene un coste de 2.200 euros. Si en 2014 se mantiene la deducción del 20% en el Impuesto sobre la Renta de 2013 por obras de mejora en vivienda que incluyen la utilización de energías renovables (véase la pág. 492 del Manual de Renta 2012), si asumimos un aumento en el coste de la electricidad del 7% anual (conservador respecto a lo sucedido en los últimos años), y si asumimos una tasa de descuento del 3% (para poder comparar los ahorros futuros con el coste actual de la inversión), nos da un retorno de la inversión en tan solo 5 años. Teniendo en cuenta que la vida útil de este tipo de instalaciones es de unos 25 años (manteniendo un rendimiento del 80%), el ahorro económico acumulado descontado en un periodo de 20 años (es decir medido en euros de 2013) es de unos 10.300 euros, junto a un ahorro de emisiones cercano a las 12 toneladas de CO2.

Es cierto que la reforma eléctrica aprobada por el gobierno en el RDL 9/2013 y en la Orden IET/1491/2013, de 1 de agosto, del Ministerio de Industria, aumenta el coste de la parte fija de la factura, el término de potencia, y baja el término de energía, lo que desincentiva este tipo de inversión y alarga algo el periodo de retorno, pero ese no es el objetivo principal de la instalación. Aun así, es evidente que este tipo de instalación sigue siendo rentable social y ambientalmente. Otra cosa es qué sucederá con la fotovoltaica. La anterior reforma, que ha sido fuertemente criticada (ejemplos aquí y aquí), ha matado, de momento, al autoconsumo, pero ese es tema para otro comentario.

En conclusión, espero haber demostrado con un ejemplo práctico que merece la pena invertir en energía solar térmica. Mientras no se arregla el tema del autoconsumo, lo mejor para cubir el resto de nuestras necesidades de electricidad es cambiarnos de empresa distribuidora, y elegir una que nos ofrezca kWh de origen renovable, como Gesternova, o las cooperativas Som Energia, GoiEner, EnerPlus, Nosa Enerxia o Zencer, que además, según el comparador de tarifas de la Comisión Nacional de Energía, ofrecen tarifas más competitivas en la mayoría de los casos. Si, por contra, no se quiere cambiar de compañía, todavía se puede revisar la potencia contratada. En la mayoría de los casos es una potencia muy alta, por lo que se puede reducir sin problemas. En casa ya lo hemos hecho y además hemos usado la calculadora de potencia de la propia Endesa.